Los duques de Windsor y los de Sussex, la historia de un jaque a la reina Isabel II
Se cumplen cinco años del llamado «Megxit», una suerte de broma de mal gusto que quiso relacionar el Brexit con la salida de Harry y Meghan Markel de Reino Unido, de la familia real Británica, para hacer sus vidas, para ser, en definitiva, lo que han demostrado que querían ser: «celebrities». La Reina Isabel II del Reino Unido se ganó el día de su muerte un gran panteón en el hueco de la historia por todo lo que representó: excelencia, rectitud, actitud regia, seriedad, profesionalidad y, sobre todo, el increíble arte del disimulo. Su cara, poco dada a expresar qué sentía en cada instante, rara vez arrojó siquiera un atisbo de alegría o tristeza, de enfado o satisfacción. Su rictus fue inamovible durante décadas, tanto como su peinado y su bolso. Pero obviamente Isabel sufrió y a veces mucho. Como también amó y disfrutó, especialmente de su familia, perros y caballos. Mucho más que de ser reina. A lo largo de su larga vida tuvo que enfrentarse con muchos problemas pero, sin duda hay dos que, por su similitud hoy recordamos por cumplirse ya el quinto aniversario de uno de ellos: los quebraderos de cabeza que le dieron los duques de Windsor y los de Sussex.
La infancia de Isabel II
Imagen de una recién nacida Isabel II en brazos de sus padres. (Foto: Gtres).
Isabel no había nacido para reinar. Su padre, el príncipe Alberto, era el segundo hijo del rey Jorge V y de la reina María de Teck. Así que su infancia no estuvo destinada a ser preparada como una futura reina. Tuvo la gran suerte de nacer en una familia donde su madre, aún a pesar de ser noble, quiso ocuparse personalmente de sus hijas (sólo tuvo dos) y creó para ellas un auténtico hogar. Como nieta de rey recibió el título al nacer de Su Alteza Real, algo por entonces normal pero que ella no llevó a cabo con sus propios nietos. De todos los que tuvo, son Alteza Real los hijos de Carlos (el actual rey) y las hijas del príncipe Andrés, Beatriz y Eugenia, ya que las dos son princesas. Los otros nietos de la fallecida monarca, es decir, los hijos de la princesa Ana o del príncipe Eduardo, no tienen ningún título.
Heredera al trono inesperada
Jorge VI con su esposa, la reina Isabel y sus hijas, las princesas Isabel y Margarita. (Foto: Gtres).
El tiempo para las princesas Isabel y Margarita transcurría apaciblemente hasta que en 1936 falleció el abuelo de ambas, Jorge V. El primogénito y, por tanto, heredero natural, era Eduardo que lo sucedió como rey aunque jamás llegaría a coronarse.
Pero los caminos del amor o de la obsesión o ambas cosas a la vez, se cruzaron con los del sentido del deber y la responsabilidad y el nuevo rey, había llegado al trono con novia «puesta»: una mujer dos veces divorciada, lo cual suponía un auténtico escándalo. El rey quiso imponer su voluntad y casarse con ella pero el consejo de ministros le mostró su desacuerdo y le dio a elegir: o matrimonio con abdicación o rey sin matrimonio. Eligió lo primero y se abrió, de nuevo, un cisma en la corona británica. Muchos recordaron entonces a otro monarca inglés, Enrique VIII Tudor. Aquél había sido mucho peor ya que en su empeño por romper su matrimonio con la piadosa y católica Catalina de Aragón (hija de los Reyes Católicos), había roto directamente con el papa de Roma y, a través del Acta de Supremacía, creó una iglesia independiente, la Anglicana que todavía perdura. Lo que no duró tanto fue la cabeza encima de los hombros de Ana Bolena, la mujer de la que se encaprichó y por la que montó todo el lío.
Subida al trono de Jorge VI
El recién coronado Jorge VI con su madre, la Reina María de Teck y sus hijas, las princesas Isabel y Margarita. (Foto: Gtres).
Eduardo VIII abdicó y decidió ir a vivir su vida al lado de su amor, la norteamericana Wallis Simpson. Recibieron el título de duques de Windsor, una asignación y una petición expresa de aparecer poco por tierras británicas. Su hermano Bertie tomó el testigo como Jorge VI del Reino Unido el 11 de diciembre de 1936. Fue rey durante 15 años y 57 días exactamente y su reinado estuvo marcado, sobre todo, por el inicio de la decadencia del Imperio Británico.
Son muchos los acontecimientos históricos que rodearon su etapa en el trono pero, básicamente, la pérdida de poder en Irlanda del Norte (ya independizada en 1922) y la II Guerra Mundial en la que Gran Bretaña formó parte en el bando de los aliados. Las fotos de la familia Real Inglesa entre los bombardeos dio la vuelta al mundo e hizo, además, que se ganaran el respeto de su pueblo. Se independizó India y Pakistán, auténticos bastiones del Imperio que inició su progresiva transformación en la actual Mancomunidad de Naciones.
La reina Isabel II con su hijo y heredero, Carlos, recién nacido. (Foto: Gtres).
El rey no gozaba de una gran salud pero fumar más de dos paquetes de tabaco diarios no favoreció demasiado su estancia en este mundo. Murió de cáncer de pulmón, estando Isabel en un viaje en Kenia con su recién estrenado esposo el duque de Edimburgo, en representación, precisamente, de su padre. Volvió tan repentinamente que ni vestido negro tenía para bajarse del avión, asunto que se resolvió rauda y velozmente y que, desde entonces, es obligatorio llevarlo en cada viaje que se hace fuera del territorio nacional: llevar ropa de luto por si acontece de manera sorpresiva una muerte.
Isabel, reina de Reino Unido
Isabel II el día que fue coronada. (Foto: Gtres).
Lilibet, así la conocían en familia, aterrizó en Londres procedente de Kenia como Isabel II de Inglaterra. Tenía sólo 25 años y era madre de dos hijos, el príncipe Carlos y la princesa Ana. Su coronación tuvo lugar un año más tarde en la Abadía de Westminster, el 2 de junio de 1953. En una «segunda tanda» tuvo a sus otros dos hijos, los príncipes Andrés (su favorito) y el príncipe Eduardo.
Setenta años de reinado dieron para muchos avatares que la reina Isabel siempre supo capear con absoluta templanza. Cuando fue coronada reina Winston Churchill era el primer ministro. Isabel II vio pasar 16 legislaturas y 15 primeros ministros (Harold Wilson, laborista, repitió dos veces en el cargo). Siempre se mantuvo incólume ante cualquier problema de Estado tal y como le correspondió a su rango, estar sin opinar, sin meterse en política. El gobierno se forma y actúa en su nombre pero ella no interviene . Tuvo problemas familiares, especialmente por los divorcios de sus hijos. De los cuatro que tuvo, tres rompieron sus matrimonios, incluido el heredero y actual monarca y con el «huracán Diana», que puso en serios problemas a la corona dejando su prestigio y popularidad en mínimos históricos.
El daño que hizo el duque de Windsor a «la Firma» nunca lo olvidó. Quizás por ello siempre mantuvo una extrema prudencia que demostró en las postrimerías de su vida cuando su nieto Harry se casó con otro «huracán», Meghan Markel, estadounidense, también divorciada como Wallis Simpson y que, quizás, le trajo a una reina ya anciana, recuerdos de momentos complejos de un pasado preferiblemente destinado a ser olvidado.
La boda de Harry y Meghan y el jaque final
Boda de Harry y Meghan. (Foto: Gtres).
Quizás el hecho de que Harry fuera el hermano pequeño, quizás la consciencia de que sabían que había sufrido mucho por la trágica muerte de su madre, Diana, princesa de Gales, hizo que Isabel II mutara en una reina más abuela que monarca sin prever el vendaval que se avecinada. Era ya el siglo XXI y una mujer divorciada, sin pedigrí nobiliario y con ideas propias no parecía una gran amenaza. Sin embargo, la gran monarca que siempre había sabido capear todos los temporales, no lo supo ver. O si lo vio, que no lo sabemos, prefirió no intervenir.
Y llegó un nuevo jaque a la reina. Parecía que la historia se repetía. Un miembro de la familia real, esta vez afortunadamente para la institución no era el heredero, anunciaba que «por amor a su mujer y por defenderla», se iba del país con su familia. El 8 de enero de 2020 emitieron un comunicado anunciando que renunciaban al cargo de miembros de la realeza y en junio dejaron definitivamente Reino Unido para instalarse en el país de ella, Estados Unidos.
Las razones que esgrimieron fueron tan vagas como poco creíbles: que la prensa estaba demasiado pendiente de sus vidas. ¿Acaso no es lo que le sucede siempre a cualquier miembro de la realeza? Que querían otro tipo de educación para sus hijos y, lo que más sorprendió, que «querían ser financieramente independientes». Los tabloides ingleses y la prensa mundial se frotaron las manos con el escándalo. Parecía que se repetía la historia aunque con matices. Todo era ya una versión 2.0 y con una realeza mucho más debilitada a la hora de defenderse.
La reina Isabel, en una postura más de abuela comprensiva que de monarca férrea como antaño había sido, dio su beneplácito, quizás convencida de que era mejor dejar ir que pelear. El 7 de marzo de 2021 la ya anciana monarca recibió su último jaque a la reina: la entrevista que los duques de Sussex dieron a Oprah en la que optaron por dar todo tipo de detalles sobre la vida íntima de los Windsor acusándolos incluso de ser racistas, aunque sin señalar a nadie pero dejando grandes dudas en el aire y haciendo un daño irreparable a la familia y a la corona.
La muerte de Isabel II
Funeral de Isabel II. (Foto. Gtres).
El 8 de septiembre de 2022 moría Isabel II en el castillo de Balmoral, el lugar que siempre había sido su refugio. Harry y Meghan acudieron a su funeral y la acogida por parte del pueblo inglés, además de su propia familia fue fría. Había demasiado daño que ya no podía ser reparado. Isabel II se fue sin poder arreglar lo que, sin duda, hubiera querido finiquitar de una manera más amable.
La situación desde entonces no ha mejorado entre Carlos III, su hijo y heredero, Guillermo y el «díscolo Harry» que sigue instalado en la idea de que ha sido una gran víctima de su propia familia. Ahora queda una duda por despejar y esa es qué pasará cuando llegue al trono el actual heredero y qué decisión con respecto a su hermano tomará.